El desidioso palpitar del mundo
en su constante movimiento
tiene su propio sonido,
partiendo de este punto
el inefable silencio adquiere
su propia textura;
una existencia liviana y extensa
con la capacidad de cicatrizar
el espacio y la materia.
El silencio es la voz y el eco de la mirada,
el movimiento parsimonioso de la luz
en el pleno andar del ocaso,
sin percatarse, el silencio es; renacer
a cada instante.
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