sábado, 26 de mayo de 2012

Paranoia


¿Y qué si tengo miedo que me observen cuando estoy solo?
¿Y qué si tengo miedo que me persigan cuando estoy solo?
que descubran mis fechorías, incluso aquellas que solo he maquinado
las que nunca han salido de mi propiedad.
Como mosca al acecho de una herida,
por cada una de las hendijas que hay en el espacio,
entran y salen  hurgando cada una de mis ideas.

¿Y qué si me escondo cuando estoy solo?
porque tengo un temblor en el cuello  como si fuera a  recibir una bala,
como si el mundo conspirará una muerte anunciada
y  tan solo me toque estar sentado .
Caminando a casa siempre me apoyo contra el asiento
cuidando el punto entre la cabeza y la columna
porque la paranoia se ha ido metiéndome en la nuca.

Zumbido


Ese zumbido; caminante desnudándose paso a paso como si pretendiera rasgar cada tramo, mis oídos, mis neuronas sintiendo el estrepitoso crujir de la carne al contacto lineal con su cuerpo metálico e invisible, en ese instante nace una frialdad tan tenue casi imperceptible excepto por aquellos que han logrado desnudarse hasta sentir el hueso.

Me he despertado tantas mañanas entiendo que hay una ceguera progresiva en el instinto, esa batalla con sabor a guerra entre mi ego y mi súper-ego, ese zumbido vuelve, nace cada día conmigo, envejece apresuradamente con cada prejuicio que se atreve a galopar descaradamente  en mi cabeza, como si no fuera poco con soportar mi conciencia ahora debo aguantar mi parte inconsciente.

Entiendo esa forma tan nítida y profundad de construir paso a paso cada uno de mis crímenes, es tan fácil ver el movimiento de mi cuerpo en la historia de los que me rodean, de los que han sido alguien importante y de los que no son nada, sin embargo es una visualización lejana, muy ajena, y me ha dejado una interrogante, ¿hasta qué punto controlo mi propio camino, hasta que punto soy yo?

En medio de mi intento de responder  regresa a mi ese ensordecedor ruido continuado y bronco, producido dentro de los mismos oídos a veces pienso que siempre ha estado ahí, aunque no sé en qué momento empezó a ser más sonoro que mi voz. Y el problema no está en que zumbe sino en que me calla.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Mi camino


Mi camino; no sé si son mis pasos o las distancias,
no sé si realmente es mío o solo es un recorrido,
si soy un caminante interino, si soy  alguien perdido.

 Mi camino; una vía de concreto bajo cielos
de color totalmente negro,  de aromas a viento
mezclando  consigo el polvo que hay a lo lejos.

Mi camino; mis pies, mis rodillas adoloridas,
el tiempo perdido en distinguir mis propias huellas
en saborear demasiado mi saliva.

Mi camino; recuerdos de rostros opacos y sin vida
de pieles  moviéndose con la voz de mis ideas
construidos por minutos minados,  por luz derretida.

lunes, 7 de mayo de 2012

Puedo (Soneto)


Puedo secarme y  verás que el tiempo en mi es una brisa;
hecha de sal y cemento, con grietas del tamaño del cielo;
un suave tic  que se aproxima  a la luz de alguna lectura
al coro incesante de millones de ideas desvestidas en mi encéfalo.

Puedo cansarme y dejar de rodar por tu vos y tu gravedad,
por las líneas que marcan mi peso sobre los camino de tu más allá
y de las ventanas que vieron pasar mis días dentro de tus noches;
para dejar de espiar y manosear los nidos de tu ambigüedad.

Puedo guiarte a mí, por medio de las  huellas destiladas,
por mi estructura ciega con sabor a entierros y alquitrán,
con color a piel desnuda hecha de barro y rasgos de soledad.

Puedo ser ideas, abecedarios, un nombre y un apellido,
tantear tus huesos con la piel desnuda y el ego barrido
saborear con la boca y el instinto cada espacio y posibilidad