Deja que me mueva en tu geografía;
en las alturas que provocas
y las hendiduras que dejas,
en el alboroto de tu cabello siena.
Déjame llevar con hilos tus figuras,
aquellas de triunfos
y derrotas,
de oscuridad y mantequilla,
del tiempo arrugado en tus multas.
Deja de ser tan susceptible a los claros de luna
a las imágenes espesas de mis fisuras,
de las líneas, de los puntos y comas.
Déjame gritar con furia
y la alegría
que por ti no hay recaudos
por el día
y en la noche soy más humano.
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