jueves, 22 de mayo de 2008

Después de la forntera

Tras la cama de lagrimas amargas el guerrero en su tumba de cristal se mofa de sus cadenas, empieza a volar sin alas y en el templo de sus manos se oculta la desesperación del silencio, redimido por el estruendo de ojos ajenos 

 

El duerme en un mundo que no tiene suelo, 

con pieles de papel que denuncian la injusticia del imperio "justo" 

y el sabor de su debilidad hace sensible al capataz, 

que no deja de maltratar su espejo sin reflejo, 

juntos caminan por siempre y no deja huellas 

tropiezan con el viento de su suspiros 

que pesan mas que la iglesia que carga en su puño, 

desenvaina su palabra y se la hunde en el corazón. 

 

 

Bebe sus tristezas y ve una torre hasta el cielo al que nunca llegara aunque cruce el río con sus hermanos por el llanto de sus deseos.

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