viernes, 19 de septiembre de 2014

Infierno

Cada uno tiene su propio infierno,
en cada ciudad, en cada cabeza,
hay una ceguera que alimenta las llamas
dentro de la caverna.

Mientras temerosos observamos,
el palpitar de las llamas en la paredes;
cada uno tiene sus propios infiernos,
en su propia caverna, en su propia verdad.

Pero siempre queda la esperanza;
de alguna idea, revoloteando,
dejando migajas, en el largo camino,
esas migajas para curar ceguera.

Cada quien en su propio infierno
en su propia ciudad, en su propio pellejo.



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