A veces el romanticismo se fuga, por espacios diminutos en
cuestión de segundo desaparece a la velocidad que apareció; a veces las cosas
tan solo pasan y es mejor no buscar
explicación.
A veces el infierno se ve tan placentero, ser un pecador es
una bendición, la condena eterna a cambio del goce carnal y terrenal.
En esos momentos en el que la variabilidad de la existencia
tiene una extensa gama de posibilidades, se puede decir que soy yo en mi
totalidad, soy dueño de mi camino, el problema en ese momento es cuestión de
decisiones.
Dentro de mi llevo tu revolución, esa sonrisa cuarteada a
media luz; llega a mí la calma y me pierdo en los sonidos de los pequeños
tacones, de la lluvia al contacto con el pavimento y esa fama especial que
tiene el mundo en su continuo flujo, es como aprender a ser más sabio, esa es
tu revolución la que ha dejado estragos de fe, miradas picaras al abrir los
ojos al amanecer, el morder suave de mis labios maquinando alguna ciencia
imperfecta, tal vez no lo entiendas como lo hago yo pero lo resumiré de forma
muy simple. Mi mundo se alimenta de tu revolución.
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