sábado, 26 de mayo de 2012

Zumbido


Ese zumbido; caminante desnudándose paso a paso como si pretendiera rasgar cada tramo, mis oídos, mis neuronas sintiendo el estrepitoso crujir de la carne al contacto lineal con su cuerpo metálico e invisible, en ese instante nace una frialdad tan tenue casi imperceptible excepto por aquellos que han logrado desnudarse hasta sentir el hueso.

Me he despertado tantas mañanas entiendo que hay una ceguera progresiva en el instinto, esa batalla con sabor a guerra entre mi ego y mi súper-ego, ese zumbido vuelve, nace cada día conmigo, envejece apresuradamente con cada prejuicio que se atreve a galopar descaradamente  en mi cabeza, como si no fuera poco con soportar mi conciencia ahora debo aguantar mi parte inconsciente.

Entiendo esa forma tan nítida y profundad de construir paso a paso cada uno de mis crímenes, es tan fácil ver el movimiento de mi cuerpo en la historia de los que me rodean, de los que han sido alguien importante y de los que no son nada, sin embargo es una visualización lejana, muy ajena, y me ha dejado una interrogante, ¿hasta qué punto controlo mi propio camino, hasta que punto soy yo?

En medio de mi intento de responder  regresa a mi ese ensordecedor ruido continuado y bronco, producido dentro de los mismos oídos a veces pienso que siempre ha estado ahí, aunque no sé en qué momento empezó a ser más sonoro que mi voz. Y el problema no está en que zumbe sino en que me calla.

No hay comentarios: